Habéis oído hablar de lo que ha dispuesto de mí la gracia de Dios para provecho vuestro, a saber, que se me ha dado a conocer el secreto, como os escribí hace poco. Leed mi carta y podréis apreciar cómo entiendo el misterio del Mesías: en las generaciones pasadas no se dio a conocer a los hombres; ahora, en cambio, se ha revelado a sus santos apóstoles y profetas inspirados. Consiste en esto: que por medio de la Buena Noticia los paganos comparten la herencia y las promesas del Mesías Jesús, y son miembros del mismo cuerpo. Y yo soy su ministro por don de la gracia de Dios, otorgada según la eficacia de su poder.
A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los paganos la Buena Noticia, la riqueza insondable del Mesías y hacer luz sobre el secreto que Dios, Creador del universo, se guardaba desde antiguo. De este modo ahora en la Iglesia se manifestará a las autoridades y potestades celestes la multiforme sabiduría de Dios, según el antiguo proyecto realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
«A todos los pueblos» © Autorización de Provincia Vedruna de Europa
Señor, ¿cómo no anunciarte
cuando has devuelto la palabra a mi vida silenciada?
Ante tu mirada compasiva, ya soy alguien único.
Ante tu mano tendida,
me invitas a tender la mía confiadamente.
Que por tu palabra pueda anunciar tu reino.
Que por tu gesto compasivo,
pueda yo tocar a otros con amor.
Que por mi vida transformada,
muchos puedan saber del amor,
de la libertad,
de la alegría,
del perdón.
Amén